domingo, 14 de octubre de 2012


MUERTE ENTRE LAS FLORES: JOEL Y ETHAN COEN (1990)
 (Miller's Crossing)

La película cuenta la amistad de Leo, un gánster que gobierna una ciudad indeterminada durante 1929, y su ayudante, Tom. Pero al enamorarse los dos de la misma mujer la amistad que durante tanto tiempo había perdurado se rompe. Se organiza así una auténtica guerra de bandas con el propósito de destruirse mutuamente.

El mafioso Johnny Caspar (Jon Polito), de origen italiano, pide a Leo (Albert Finney), el jefe de la mafia de la ciudad, que le entregue a Bernie por su acto de extorsión de un combate de boxeo organizado por el primero. Leo se niega porque Bernie es el hermano de su amante Verna (Marcia Gay Harden). Caspar, enfurecido, le amenaza.

Tom Reagan (Gabriel Byrne), mano derecha de Leo, le dice que comete un error enfrentándose a Caspar. Posteriormente, Tom se acuesta con Verna, a espaldas de Leo. Verna ordena al alcalde y al jefe de policía de la ciudad que hagan una redada en los clubs que regenta Casper.

Tom, que debe una importante suma por su afición a las apuestas, es conducido ante Casper, que le propone pagar la deuda si le entrega a Bernie. Tom se niega y le propinan una paliza. Por la noche, tres guardaespaldas de Casper atacan a Leo en su propia casa y la incendian.

El argumento no es novedoso en cuanto a que visto superficialmente trata de lo de siempre en el mundo del crimen organizado de siempre: La incursión de la mafia italiana frente a la irlandesa en los estados unidos de los años 20. Tampoco hay mención a personajes históricos conocidos de esa violenta época, ni siquiera se nomina la ciudad en donde se desarrolla la historia. Pero lo magistral del argumento es precisamente ese anonimato narrativo. Lo novedoso estriba en que realmente y en el fondo, todo lo que desencadena la acción no tiene que ver ni con el contexto histórico, ni con factores económicos ni sociales, ni con luchas de poder por alcanzar la supremacía. Lo que hace estallar la bomba es el amor de una mujer. Lo más viejo del mundo.

Leo (A. Finney) es un capo mafioso irlandés dueño de media ciudad y que maneja a su antojo a las autoridades locales (alcaldía y policía) Recibe la visita y los lamentos de Johny Caspar (Jon Polito), mafioso italiano menor pero en ascenso, acerca de las actividades de Bernie Bernbaum (J. Turturro), porque le fastidia sus negocios fraudulentos. Da la casualidad de que Bernie es hermano de Verna (M. G. Harden) y esta es, a su vez, la amada de Leo. Por lo tanto y para no hacer un feo a su novia, despide a Caspar con cajas destempladas y niega su autorización para matar a Bernie. Con la reacción psicótica que produce en Caspar la noticia, deducimos lo inevitable. Es la guerra.

Tom Reagan es, por llamarlo de alguna manera, el amigo-consejero de Leo.Realmente no se sabe muy bien cual es el papel que desempeña en la organización criminal aunque posee la plena confianza de Leo, no es jefe de nadie pero le conoce y respeta todo el mundo, no tiene secuaces pero deambula con libertad de un sitio a otro, está hasta el cuello de deudas pero no recurre a Leo para que las pague y además, tiene un lío con la misma Verna (la novia de su jefe) Este mismo personaje recrimina a Leo su falta de visión estratégica del negocio al echarse a Caspar a la espalda como enemigo, por el mero hecho de seguirle el juego a su novia. Leo, aunque ha seguido siempre los sabios consejos de Tom, está cegado por su amor hacia Verna y no le hace ningún caso.

Esta actitud irracional desencadena toda una serie de acontecimientos violentos y situaciones kafkianas en las que Tom Reagan es en principio mero observador, después víctima propiciatoria y por último maquiavélico oportunista, teniendo que participar y alentar una peligrosa partida de ajedrez de cambios y retornos de fidelidades en las que su vida y la de los demás implicados están continuamente al filo de la navaja. El secuaz y mano derecha de Caspar, el Danés (J. E. Freeman) es el único que ve claro el doble juego de Tom e intentará por todos los medios desenmascararle.

Otro rasgo magistral del argumento es presentar personajes que desde el primero hasta el último se comportan como auténticos canallas. No hay rasgos de bondad ni humanidad en ninguno de ellos. Todos se decantan entre la frontera de la astucia suprema y la deficiencia mental y uno no puede sino sentirse identificado por obligación con el que parece más listo o con el que parece menos malo. Y lo malo es que al final todos pierden, quedando como miserables vencedores tan solo los que simplemente quedan con vida.

Pero de todos modos, de nada sirve que me esfuerce en contarles la maestría con la que está tratado este argumento. Reitero hasta la náusea que hay que verla. Es probable que en un primer visionado no se sigan todas las tramas paralelas con precisión, pero también es de esas películas en las que uno se siente interesado en verla una segunda, tercera o, como en mi caso, novena vez, para enterarse de cómo va encajando definitivamente el puzzle.

Uno de los personajes de esta película está obsesionado con la ética en su trabajo. Aunque su visión de la ética sea un tanto peculiar, y no sólo por el trabajo que tiene. En la primera secuencia, el gangster de segunda Johnny Casper (John Polito) intenta convencer al jefe de la mafia local Leo (Albert Finney) de que le deje cargarse a un apostador listillo llamado Bernie Bernbaum (John Turturro) porque se aprovecha de las informaciones de apaños de las peleas de boxeo que hace, lo cual hace reducir sus pingües beneficios. Algo parecido a los primeros tiempos de la trayectoria de los Coen. Tras comenzar como productores independientes, sus primeros éxitos los llevaron a incorporarse a los grandes estudios. Pero su ética no ha variado, y tras dar un buen bandazo al cine negro con esta cinta luego mordieron la mano que les daba de comer con su siguiente película, Barton Fink (id., 1991), parodiando su propia trayectoria.

Aquí tenemos al tipo duro y manejador de los hilos que más palos se ha llevado jamás en ninguna película. Y quizá también al que mejor le salen las cosas improvisando, lo que denota una buena dosis de inteligencia y una suerte descomunal. Tom (Gabriel Byrne) es el consejero de Leo. Es el que siempre le ha aconsejado, el que lleva su liderazgo en la sombra y el que ve las cosas con más claridad. Y cuando Johnny Casper le pida permiso a Leo para matar a Bernie y Leo se niegue, Tom le asegura a Leo que se ha equivocado, ya que Johnny tiene razón y puede tomar represalias (empieza a ser demasiado poderoso). Pero Leo está atrapado por algo aun más fuerte: está encoñado con la hermana de Bernie, la hermosa y manipuladora Verna (Marzia Gay Harden), la cual hará todo lo posible por proteger al capullo de su hermano. Pero Verna y Tom también son más que amigos, lo cual le pondrá en un compromiso entre el amor por ella y la fidelidad al amigo que será el motor toda la cinta.

Los problemas comienzan cuando Tom es amablemente invitado por Johnny para convencerle de que delate al apostador a cambio de pagar sus grandes deudas de juego. El no acepta y recibe una buena paliza, que no llega a completarse porque Leo ha mandado a la policía (a la que controla junto al alcalde y demás) a dar un escarmiento a Johnny. Esa noche, mientras Tom está con Verna, los secuaces de Johnny intentan matar a Leo, pero "...el viejo sigue siendo un maestro con la Thomson", y escapa cargándose a los matones. Si algún día quieres rodas un asalto a una casa, apréndete bien esta secuencia. Al enterarse, Tom intenta convencer a Leo de que entregue a Bernie, y para mostrar las intenciones de Verna le confiesa que es su amante, con lo que Leo le expulsa de su lado a puñetazos. Ambas circunstancias darán sensación de debilidad de Leo y fortaleza a Johnny, por lo que la ciudad se pone a favor del italiano.

A partir de aquí Tom jugará en la cuerda floja para salvarse a sí mismo y a Joe, y para ello no dudará en pasarse al otro bando para con una jugada maestra y mucha fortuna reventarles desde dentro. Deberá acudir a la improvisación cuando, al ser puesto a prueba, le obligan a matar en un bosque a Bernie (este es el lugar que da título a la película, miller's crossing, ¿el cruce del molinero?, que es el lugar del bosque donde los matones van a cargarse a sus víctimas). Tras sus muchos gimoteos, no le mata y le dice que huya y no vuelva, pero este no es tan magnánimo y pronto se presenta de nuevo en la ciudad para aprovecharse de Tom. Mientras tanto, tiene que luchar contra el lugarteniente de Johnny (que controla a la policía y el alcalde) por desvelar su faceta homosexual y además intentar poner a Johnny en contra suya y de sus amantes. Y Verna, que busca venganza por la presunta muerte de su hermano. Por no hablar del prestamista al que debe una buena cantidad de dinero de apuestas perdidas, cuyos secuaces le persiguen con ahínco, lo que le proporciona otra paliza más, pero con la orden de no romperle nada, porque le cae bien.

En una frenética última parte, consigue convencer a Johnny de la vileza de su secuaz, y este le mata con sus propias manos (mejor dicho, con su propia pala). Se libra de Verna, la cual le encuentra pero no se atreve a matarle, quizá porque aun le ama, y consigue quedar con Johnny y con Bernie en su propia casa sin que ambos lo sepan, y al encontrarse allí Bernie mata a Johnny. Entonces Tom le saca el dinero a Johnny, mata a Bernie (dos de los muertos más sorprendidos que yo haya visto en el cine) y avisa a su corredor de apuestas de que ya tiene dinero para seguir apostando.

Por supuesto, con esto Leo recupera el control de la ciudad, alcalde y policía incluidos, y en el entierro de Bernie le ofrece a Tom volver a empezar, disculpándose por los puñetazos que le dio y comunicándole que se casa con Verna. Tom se niega, y en un final que recuerda un poco al de "el tercer hombre" Tom se queda junto al cementerio mientras Leo se aleja.

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